Los procesos de verificación de identidad y validación de documentos se han ido transformando a lo largo de los años, pero nada le ha dado tanto impulso como la pandemia de 2020, que aceleró los planes y sumó el desafío de autenticar la identidad de las personas de manera remota y segura.
Miguel Lavalle (Account Opening Head, Citibanamex, México) y Diego Creel (Senior Vicepresident, Incode, México) protagonizaron un panel en la última Conferencia Fintech Americas Miami y aportaron interesantes puntos de vista sobre la autenticación digital, la tecnología, los negocios y la seguridad en el mundo digital.
La autenticación multifactor (o MFA por sus siglas en inglés), es un método de verificación que autentica la identidad de un usuario utilizando más de un factor. Normalmente se suele compaginar un factor conocido (como una contraseña o un PIN por ejemplo), un factor que se obtiene (como una notificación o código de seguridad) y algo único que ya se posee (como una huella digital o el reconocimiento facial).
A medida que las contraseñas se vuelven menos fiables, los procesos de verificación de identidad se encaminan hacia la incorporación de métodos biométricos como las huellas dactilares, el iris o la verificación facial. Pero para Miguel Lavalle (Account Opening Head, Citibanamex, México), pasar de la verificación presencial a la digital, es más fácil de decir que de hacer. Aunque la tecnología que más está funcionando es la biometría facial, los dispositivos validadores de iris son escasos, las huellas dactilares generan mucha fricción y para tomar la foto a una mano, se necesita mucha luz. Otras tecnologías biométricas más conocidas como las basadas en la voz también tienen sus complejidades.
La verificación multi factor tiene limitantes externos (como los regulatorios) e internos, como temas de cumplimiento. La fricción en la experiencia del usuario no es un tema menor y los bancos se enfrentan hoy al desafío de garantizar seguridad, respetando las regulaciones, pero cuidando de hacerlo de la manera más fluida para el usuario.
Los bancos no tienen la capacidad de respuesta rápida ni pueden ofrecer procesos flexibles de autorización como muchas fintechs. Aún así, en Citibanamex han logrado lanzar productos digitales basados en verificación de identidad gracias a la asociación con partners tecnológicos y alianzas con ciertas empresas. “No vas a poder competir con empresas que están teniendo onboardings digitales y tú seguir mandando a sus clientes a sucursal para que pongan su huella”, confiesa Lavalle.
Las tecnologías de autenticación y de identificación biométrica necesitan de bases de datos. En el caso de México, se utiliza la base de electores, donde están registrados los rostros, huellas y datos necesarios para una validación biométrica: el banco envía la imagen del rostro de un usuario y la institución electoral comprueba la coincidencia con un nivel de precisión de aproximadamente el 95%. Es un simple match y el servicio ya está en producción con bancos y con fintechs.
En otros países como en Estados Unidos o Colombia se está empezando a replicar lo mismo para las licencias sin que ningún tipo de dato salga de la entidad, de manera automática y en tiempo real.
Las tecnologías biométricas y los métodos de autenticación que requieren de datos personales, abren un debate ético y tecnológico sobre el uso de la información personal. Pero ¿qué pasaría si esa información no la guardara el banco o de alguna entidad, pudiera estar repartida en blockchain y fuese parte del control del usuario final? Encuentra estas y otras respuestas en el siguiente video:
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