En cada crisis, nace una oportunidad. Y nadie lo sabía mejor que Satoshi Nakamoto, cuando el 31 de octubre de 2008, publicó un white paper sobre la creación de un sistema de efectivo electrónico entre pares que luego todos conoceríamos como Bitcoin.
Quizás tan grande como la idea del Bitcoin, es el verdadero concepto transformador de la «tecnología blockchain» que lo sustentó. Debido a que son esencialmente libros de contabilidad descentralizados que se almacenan en muchos miles, o con suerte millones, de computadoras independientes, no existe un único propietario u operador centralizado y nadie es dueño de los blockchain. Esto significa que operar en un blockchain no se requiere de un intermediario, algo completamente ajeno al universo financiero conocido de los servicios financieros y la banca, que es una industria construida sobre el concepto de un «intermediario de confianza».
La adopción de las nuevas monedas digitales comenzó muy lenta y con mucho escepticismo, pero tuvo una aceptación cada vez más amplia. Hoy en día, el Bitcoin tiene un valor de mercado de más de 800.000 millones de dólares y es cada vez menos volátil, lo cual es notable para un activo que nació en un documento de 8 páginas.
La influencia de las monedas digitales en las economías es tal, que en América Latina poco a poco se van regulando las operaciones con criptomonedas siguiendo el ejemplo de El Salvador, en donde el Bitcoin ya es una moneda de curso legal desde el año 2021.
La aceptación de las monedas digitales se está moviendo tan rápido que también los bancos centrales del mundo están haciendo sus propias incursiones en la creación de los llamados CBDC, emitidos por un banco central (Central Bank Digital Currency por su acrónimo en inglés). Hasta ahora, sólo Bahamas lo ha implementado formalmente, pero el 90% de los bancos del mundo están avanzando para lograrlo siguiendo el ejemplo del Caribe. En Estados Unidos, el presidente Biden firmó un decreto para que su gobierno investigue la posibilidad de desarrollar este tipo de divisa, mientras que países como China, Rusia, Brasil, Chile o Perú le siguen el paso.
En primer lugar, existe un gran interés, inversión y capacidad intelectual que impulsan a esta tecnología hacia el futuro. Para Alfonso Gomez (CEO, BBVA Switzerland, Suiza), el apoyo institucional, un ecosistema favorable y regulaciones que permiten avanzar en este nuevo mundo, son tres ventajas que han permitido a BBVA Switzerland incorporarse a esta tecnología.
Escucha sus interesantes puntos de vista en la entrevista completa junto a Alberto Gordo (Founder & CIO, Protein Capital Managment Sarl, España) aquí: